Ing. María Cristóbal, Fundadora de Buenos Aires Planning
Hacer lo que se necesita en el lugar correcto. Empresas como Psquared hacen la diferencia al momento de buscar un espacio de trabajo. Cuando se sabe qué es lo que la startup o su equipo necesitan es ir un paso más adelante. Es pensar y así, ganar dinero. Ocuparse de cada una de las necesidades de una oficina requiere de un tiempo que por lo general no tenemos y una persona que sepa hacerlo.
Contar con la oportunidad de tomar un espacio de trabajo propio, híbrido para que el talento trabaje acorde a sus necesidades y contratos con términos flexibles es el futuro hoy. De todos modos, es bueno saber que antes de la pandemia, empresas multinacionales ya comenzaban a pensar los espacios como lugares de encuentros, claro que sin la vertiginosidad que impuso la pandemia. El diseño del espacio y la estética son claves y fidelizan talento. Después de más de 46 años de profesión y 400.000 metros cuadrados construidos lo afirmo. Y recomiendo recordar, “Pensar, hace ganar dinero”.
Sí, pensar hace ganar dinero ¿Realmente todas las decisiones están “PENSADAS” en una empresa? Para responder esta pregunta deberíamos detenernos y, justamente, pensar. Durante los últimos años el mundo ha sufrido una transformación filosófica trascendente, que la pandemia agudizó: ha cambiado el sentido del tiempo. ¿Nos estaremos acercando a aquello que Einstein a principios de siglo formuló? ¿Estaremos palpando en nuestro día a día la “teoría de la relatividad”? Einstein revolucionó el mundo de su época diciendo que el tiempo no era una constante sino una variable. Su famosa paradoja de los mellizos que se separaban, uno quedaba en la Tierra y el otro iba al espacio, superando la velocidad de la luz, comprobando que cuando volvía era más joven que su hermano que se había quedado en nuestro planeta, conmocionó a los científicos de su época que no lo entendieron.
Lo cierto es que hoy, “en la era de la comunicación”, el avance de la tecnología de imágenes y de la información, y la avasallante intromisión de Internet en nuestras vidas ha hecho que la sensación de inmediatez nos impacte de tal manera, que, sin quererlo, pretendemos habernos habituado a no esperar nueve meses para saber si nuestro hijo es varón o mujer, a hablar en tiempo real a través de la computadora, trabajando a distancia en el mundo globalizado o que podemos tener en una sola herramienta, la empresa de correo, la telefónica, la productora de fotografía y la editora de música.
¿Es verdad que nos acostumbramos? o ¿sólo pasa en el mundo de los jóvenes?
Ya no nos asombra la simultaneidad de algunos actos como escribir un mail, hablar por la computadora y ver la obra sin movernos de nuestro puesto de trabajo. Hoy no existe invierno y verano para las empresas ya que se trabaja con el otro hemisferio. Tampoco existen la noche y el día para las organizaciones que trabajan para China. Hoy, el tiempo para todo es más corto. Hoy estamos más controlados. Hoy hay menos lugar para el error. Este cambio influyó también, sin duda, en el proceso de toma de decisiones. El tiempo para decidir es menor.
Sin embargo, en medio de las acciones sobre las que tenemos que cabalgar en esos pocos segundos para llevar adelante una empresa, nos falta ver a veces, qué está sucediendo con lo tangible que nos rodea, con la gente, con sus espacios de trabajo, con el clima de trabajo y no tenemos tiempo de análisis suficiente para ver cómo influye todo eso en nuestros costos.
¿Cuál es la tendencia entonces?
Tomar decisiones apresuradas sobre temas que desconocemos. Hace algunos años, la división local de una empresa multinacional, hizo un llamado a licitación para realizar el desarrollo de su Edificio Corporativo. Habían crecido, necesitaban más espacio. Eligieron como responsable a uno de los gerentes, ya que no tenían Facility Management. Sin saber quiénes eran realmente los jugadores en nuestro medio, invitaron a la licitación, a constructoras, estudios de arquitectura, inmobiliarias de oficinas, inmobiliarias de vivienda, desarrolladores, gerenciadores, en fin, un conjunto de profesionales que cada uno en su trabajo, le iban a dar una solución subjetiva e interesada a su propuesta.
Como resultado recibieron un conjunto de ofertas de productos que, obviamente, no supieron cómo comparar. Estimaron una zona y 10.000 m2. Ante el desconcierto total, y luego de la consecuente pérdida de tiempo, alguien les dijo que hubiera sido importante detenerse y preguntar quién se dedicaba en forma integral a la tarea por la que iban a lograr tener su Edificio Corporativo.
¿Cómo terminó todo?
Contrataron una empresa que comenzó haciendo un Space Planning, proceso matemático que permite realizar un análisis sobre la productividad de los espacios, y definir, en relación al equipo los metros cuadrados necesarios. Necesitaban un edificio de 7.000 m2 y no de 10.000 m2.
Como conclusión por no haberse detenido a pensar quince días con gente especializada, pagaron un costo altísimo de tiempo (tres meses) y casi pierden el costo de 3.000 m2 de construcción que hubieran hecho de más. Al precio de hoy hubiera significado U$S 1.500.000 de pérdida.
Es clave comprender los cambios. El nuevo significado del tiempo debe llevarnos a valorizar el sobrecosto del tiempo malgastado en decisiones que se toman sin consultar. Tenemos menos tiempo para todo, también en la empresa, por lo que debemos trabajar sobre la simultaneidad de tareas de la que hablábamos: mientras hago producir la empresa, alguien especializado se ocupa en el mismo momento de las tareas sobre mi espacio de trabajo. Quien tiene el know how que no tengo, y no estoy dispuesto a pagar. Hoy más que nunca “Time is money” y pensar, hace ganar dinero.